Costumbrismo y tradiciones en un barrio genuino de Madrid: El Rastro.
El Rastro siempre ha sido un lugar de visita obligada los domingos y festivos donde se pueden iniciar o completar colecciones de todo tipo de objetos, donde encontrar un sinfín de curiosidades.
Lo habitual es recorrerlo de arriba abajo, desde la plaza de Cascorro hasta la Ronda de Toledo por su espina dorsal, la Ribera de Curtidores.
Los días de diario las calles de la zona son tranquilas, pero se transforman los días de fiesta volviéndose bulliciosas, llenas de vida y animación. En este espacio conviven gentes de todo tipo, pertenecientes a diversos movimientos culturales o contraculturales. Antes vagaban por aquí los traperos, los charlatanes, los almonedistas o las verduleras entre un extenso catálogo de individuos buscavidas de todo tipo. Aunque ha cambiado mucho a lo largo de los años, sigue manteniendo ese aire popular y castizo propio del Madrid de siempre.
Además, en El Rastro se puede encontrar una amplia variedad de tiendas permanentes de antigüedades, de guarnicionería, de deportes, etc. que se unen a los puestos callejeros llenos de cosas a veces extravagantes, que le dan ese sentido especial y auténtico a este gran bazar. Y qué decir de los locales de toda la vida, donde degustar caracoles o gallinejas y entresijos, que vienen de antiguo, de cuando estuvieron por la zona los mataderos, que dieron origen al rastro, nombre procedente del reguero o marca que dejaban las reses al ser arrastradas.
En la ruta organizada por Madrid que te vi, se explica todo esto y mucho más, se descubren sitios curiosos de esta emblemática zona. Se habla de la evolución del mercadillo hasta las galerías comerciales, de las corralas y sus gentes, del barrio y sus costumbres, en definitiva, de la vida que ha caracterizado y sigue haciéndolo, este lugar.
Historias curiosas como los artículos que venden.
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